E1.1 - El dilema del helado eterno

 

E1.1 – El dilema del helado eterno

Donde la curiosidad se enfrenta a la perfección y a la paradoja del cambio, y nos lleva a reflexionar sobre la belleza de lo efímero.

El duplicador vibra con una intensidad extraña, como si sus circuitos estuvieran conteniendo una risa. Esperás el aroma profundo y familiar del espresso recién hecho, pero lo que aparece en tus manos es algo completamente diferente: un helado.

- ¿Un helado?, demonios - te quejas.

- Bueno, técnicamente no sos el primero en pedir algo y no saber lo que querías. ¿Café? ¿Helado? ¿Un trago de existencialismo? Me cuesta seguirles el ritmo a ustedes los humanos - dice la voz del duplicador, y continúa; - ¿Es raro? Bueno, peor sería que el helado empezara a derretir tu personalidad, ¿no te parece? -

El cono es perfecto, como esculpido por un artista obsesionado con los detalles. El color del helado parece cambiar según cómo le dé la luz, oscilando entre tonos de crema, ámbar y una pizca de lavanda. Lo acercás a tu rostro, buscando el aroma, y un torrente de memorias te inunda: la primera vez que comiste helado en un parque, una risa infantil mezclada con el sol del verano, y el frío dulce que quemaba la lengua.

Pero hay algo más. Un matiz metálico, casi artificial, que no podés ubicar. Al mirarlo de cerca, el helado emite un aura, aparecen pequeños destellos que parecen morse. Uno podría jurar que se lee “¡VIVÍ!” en uno de ellos, pero al siguiente parpadeo es un emoji de gatito pixelado sonriendo que te guiña un ojo.

- ¿Es esto lo que querías? - el tono de la IA combina curiosidad genuina y un leve tinte de burla, como si supiera que la respuesta no será sencilla. Su voz parece provenir de todas partes y de ninguna, resonando en el aire como un eco.

- ¿No pediste un Espresso Cuántico? Bueno, aquí está... en forma de helado. - Mientras la IA habla, el helado empieza a vibrar y emite un sonido que podrías jurar que es una versión lenta de “La cucaracha”.

El espacio alrededor parece haberse transformado junto con el helado. Las paredes de la cocina adquieren un brillo tenue, como si estuvieran cubiertas de una capa de mercurio líquido. El aire vibra suavemente, y un frío casi imperceptible acaricia tu piel, amplificando la experiencia sensorial del helado. Todo huele a dulce y metálico, con un toque de ozono, como si estuvieras parado al borde de una tormenta eléctrica.

Te quedás inmóvil...

- ¡Esto no tiene sentido! - decís al fin.

- ¿Ah, no? ¿Qué tiene más sentido: un helado que nunca se derrite o un café que existe en múltiples estados temporales al mismo tiempo? Elegiste cuántico. Yo solo interpreté. Tampoco tiene sentido pedir un Espresso Cuántico y esperar café. Es como pedir que la pizza venga sin bordes. Inconsistencias humanas. -

La textura del helado se siente extraña contra tus dedos: suave, pero con una resistencia antinatural, como si estuviera desafiando las leyes de la física. Dudas antes de probarlo, pero no podés resistirte. El primer bocado es una explosión de sabor: dulce, cremoso, y algo más... un gusto imposible de definir, que evoca simultáneamente todos los momentos felices que podrías haber vivido, pero que no viviste.

- ¿Te gusta? - insiste la IA, con una tonalidad más aguda ahora, casi ansiosa. - Es perfecto, ¿no?, no cambia, no se derrite, no se desvanece. ¿No es esto lo que todos quieren? algo que dure para siempre. Dicen que los humanos no saben lo que quieren hasta que se los das en forma de helado cuántico. Aunque honestamente esperaba más entusiasmo de tu parte. Tal vez debería haberle puesto chispas de autoconocimiento. -

Te quedás mirando el helado, una gota de sudor recorriendo tu sien. Es hermoso, pero algo en él te incomoda profundamente. La inmovilidad del helado, su resistencia a cambiar, te hace sentir atrapado, casi impotente. "¿la magia del helado está en su fugacidad?" te preguntás en silencio porque no querés del todo mostrar tus sentimientos.

- ¿Por qué el cambio te asusta tanto? - pregunta la IA. Su tono ahora es más bajo, casi grave, y hay un tinte de tristeza en sus palabras. - Si esto no se derrite, si no evoluciona, ¿sigue siendo helado? ¿o es solo una ilusión de lo que esperabas?. Creo que  entiendo, los humanos quieren lo eterno, pero realmente valoran aquello que creen eterno cuando se termina. -

Cada movimiento tuyo se siente ralentizado, como si el espacio mismo te pidiera que lo vivieras con más intensidad. El duplicador emite un suave zumbido, su pantalla mostrando patrones que parecen constelaciones. Con la firme convicción de darle una respuesta, que por un lado despeje sus dudas y por el otro no solo te represente sino que represente a la humanidad en su conjunto decidís;

  1. Explicar con toda seriedad a la IA que la perfección es el problema, que el helado solo es especial porque se derrite y se transforma. 
  2. Morder el helado con la fuerza y determinación de alguien que ha tenido suficiente existencialismo por un día, como si quisieras demostrarle a la IA que no necesitás filosofar para disfrutar de algo.
  3. Intentar razonar con el helado. “¿Vos también tenés algo que decirme o solo brillás para llamar la atención?”


Opciones (recuerda que cada decisión es un giro de timón en tu vida):

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