El Engranaje de la Realidad

El Engranaje de la Realidad

En la ciudad de Machina, donde el aire estaba impregnado de vapor y el cielo era un perpetuo tinte gris, exist铆a una m谩quina que nadie sab铆a exactamente c贸mo funcionaba. Se le conoc铆a como El Coraz贸n de Hierro, una gigantesca rueda dentada que giraba incansablemente en el centro de la Plaza del Olvido. Nadie pod铆a tocarla, ni siquiera acercarse, pues se dec铆a que ten铆a el poder de borrar recuerdos y alterar el curso del destino.

La ciudad, aunque cubierta por un manto de niebla perpetua, era un lugar lleno de engranajes, v谩lvulas y tubos de cobre. Las personas se mov铆an entre sus sombras, siempre ocupadas en sus tareas, sin cuestionar el ruido constante de las m谩quinas. La vida de cada habitante estaba predestinada, determinada por un peque帽o engranaje que se llevaba colgado al cuello, uno que marcaba su rol en la gran maquinaria de la ciudad.

Pero un d铆a, un extra帽o hombre apareci贸 en la ciudad, vestido con un abrigo largo de cuero gastado y con un sombrero de copa alta. Nadie sab铆a de d贸nde ven铆a ni c贸mo hab铆a llegado, pues no era m谩s que una sombra entre las nieblas. Nadie, excepto la joven Sof铆a, quien trabajaba como reparadora de relojes y que conoc铆a todos los engranajes de la ciudad.

El hombre se acerc贸 a ella una tarde, cuando el sol apenas tocaba el horizonte y la Plaza del Olvido estaba vac铆a. Con voz suave, pero firme, le dijo:

S茅 que eres la 煤nica que puede escuchar el llamado del Coraz贸n de Hierro. ¿Te atrever铆as a descubrir qu茅 hay m谩s all谩 de lo que te han ense帽ado?

Sof铆a, intrigada pero desconfiada, no respondi贸 de inmediato. El hombre hab铆a hablado de una manera tan peculiar, como si sus palabras no fueran de este tiempo, como si pertenecieran a otra 茅poca, a un universo paralelo donde los relojes no marcaban el tiempo de la misma manera.

Si llegas al Coraz贸n de Hierro, quiz谩s descubras que el engranaje m谩s grande no es el que mueve la ciudad, sino el que mueve tu vida. — dijo el extra帽o, antes de desaparecer entre la niebla.

Sof铆a no pudo dejar de pensar en sus palabras. Esa noche, mientras la maquinaria de la ciudad segu铆a su curso inmutable, decidi贸 seguir su instinto y explorar el coraz贸n de la ciudad. Desmont贸 el reloj que colgaba en su cuello y, con un destornillador y algo de aceite, comenz贸 su traves铆a hacia el n煤cleo de la ciudad.

Al llegar a la Plaza del Olvido, el gigantesco engranaje del Coraz贸n de Hierro la recibi贸 con su chirrido met谩lico. Parec铆a como si la m谩quina la estuviera observando, juzgando sus intenciones. Sin embargo, Sof铆a no se detuvo. Avanz贸 hasta la rueda dentada y, con determinaci贸n, toc贸 la fr铆a superficie del metal. En ese momento, la rueda comenz贸 a girar con una fuerza indescriptible, como si despertara de un largo sue帽o.

La niebla que cubr铆a la ciudad comenz贸 a disiparse, y ante los ojos de Sof铆a apareci贸 una visi贸n: un vasto campo de engranajes rotos, piezas dispersas y fragmentos de recuerdos perdidos. En medio de todo eso, vio a las personas de la ciudad, caminando como sombras, atrapadas en un ciclo eterno de trabajo, sin saber lo que realmente eran.

Fue entonces cuando comprendi贸 algo que le hab铆a sido ense帽ado pero que nunca hab铆a comprendido en su totalidad: Las m谩quinas no solo alteran el mundo exterior, tambi茅n alteran nuestra percepci贸n de nosotros mismos. Nos hacen olvidar que somos los que debemos mover los engranajes, no ser movidos por ellos.

Sof铆a cerr贸 los ojos, y al abrirlos nuevamente, vio una imagen clara. El Coraz贸n de Hierro no era solo una m谩quina para controlar el tiempo de la ciudad, sino una representaci贸n de la propia vida humana: una sucesi贸n de eventos que parec铆an predestinados, pero que en realidad estaban llenos de momentos en los que uno pod铆a elegir cambiar el rumbo, girar la rueda hacia otro camino.

Con una sonrisa, Sof铆a dio un paso atr谩s y, al hacerlo, el engranaje comenz贸 a detenerse. La rueda dej贸 de girar, y la ciudad de Machina se llen贸 de silencio por primera vez en siglos. Sof铆a comprendi贸 que, a veces, la clave para cambiar una realidad no est谩 en cambiar el mundo exterior, sino en tomar conciencia de nuestro propio engranaje interno, y de c贸mo, con cada giro de la rueda, somos capaces de transformar lo que nos rodea.

El hombre de la copa alta, quien observaba desde las sombras, sonri贸 con satisfacci贸n. Sab铆a que Sof铆a hab铆a encontrado lo que buscaba. Y en ese momento, la ciudad comenz贸 a despertar.

FIN

NOva

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