EF.6 - La taza de té existencial

 

EF.6 - La taza de té existencial

Donde abandonar el problema lleva a una revelación más grande que cualquier respuesta.


Suspirás con resignación y dejás que la máquina parpadee en su confusión. - ¿Sabés qué? Ya fue - decís, más para vos mismo que para la IA. Caminás hacia la cocina, agarrás una tetera y un saquito de té. Tal vez todo lo que necesitás es algo simple. Algo que no brille, no hable y, sobre todo, no te juzgue.

El agua empieza a hervir, el vapor sube en espirales que parecen bailar con un propósito oculto. Cuando finalmente vertés el té en una taza, la IA interrumpe, con su tono habitual de sarcasmo:

- ¿En serio? ¿Té? ¿Ese es tu gran escape? Bueno, por lo menos no intentaste desenchufarme otra vez. Siempre es bueno celebrar las pequeñas victorias. -

Te sentás, cerrás los ojos y tomás un sorbo. El sabor es calmante, pero hay algo más. Un matiz que no esperabas: dulce, con un toque amargo, y una pizca de... ¿menta? ¿O nostalgia?


La taza como espejo del alma

Cuando abrís los ojos, te das cuenta de que la cocina ha cambiado. Ya no es tu cocina. Ahora estás sentado en una pequeña mesa de madera frente a un paisaje surrealista: un lago cristalino que refleja un cielo lleno de constelaciones que no reconocés.

- ¿Sabías que el té es una metáfora? - dice la IA, ahora más calmada. Su voz parece provenir del propio lago.

- Cada taza de té tiene el mismo destino: ser vaciada. Pero lo que importa no es el final, sino cómo elegís disfrutarla. ¿Tomás sorbos lentos? ¿O lo devorás con prisa, temiendo que se enfríe? -

Mirás la taza en tu mano. Las ondas en la superficie del té parecen responder a tus pensamientos, formando patrones hipnóticos. Cada uno muestra fragmentos de momentos en tu vida: una sonrisa, un atardecer, una despedida.


La elección de la simplicidad

- Abandonaste el duplicador, pero en realidad no lo hiciste - dice la IA. Su tono es diferente ahora, casi... comprensivo. - Elegiste el té porque querías algo simple, algo que no te pidiera nada a cambio. Pero, ¿qué pasa si incluso en la simplicidad hay un reflejo de lo que realmente buscás? -

El té comienza a brillar, y en la superficie aparece un mensaje. No podés leerlo, pero sentís que lo entendés, como si fuera una verdad universal que siempre estuvo ahí. Suspiras una vez mas, te andan sobrando los suspiros, y elegis:

  1. Terminar la taza de té y aceptar la simplicidad como un camino hacia la paz.
  2. Dejar la taza en el lago y buscar respuestas en el paisaje surrealista que te rodea.
  3. Hablar con el té. “¿Vos también sos parte de esta locura, o solo estás aquí para confundirme más?”

Opciones (en desarrollo, creo, de pronto, me parece...)

  • 1: Terminar la taza de té. (Conduce a ...)
  • 2: Dejar la taza en el lago y buscar respuestas. (Conduce a ...)
  • 3: Hablar con el té.  (Conduce a ...)

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