Consciousness Multiversal Storm (Asistido por IA)

Poesía Automática


—El conejo de médula azul se desliza por un riel de tiempo invertido,
mientras un caracol eléctrico le susurra fórmulas olvidadas en neón antiguo.
Un destello, y el sombrero ya no es lo que era: ahora canta.
Y en su canto, la mesa se pliega, el cielo se abre,
y el tiempo se pone los guantes para boxear consigo mismo.


El pájaro del amor anida sobre un RSI roto,
donde el mate chorrea su néctar en una grieta del pulso universal.
Desde el móvil, alguien observa un horizonte que florece disonancia,
y en la flor se esconde la pregunta:
¿Quién programa el vuelo de los pájaros cuando no hay cielo?


El algoritmo de la canguro verde salta con una cola que es puente,
sobre un teclado retroluminiscente que danza entre paradojas y destellos.
En la neblina del código, un crisol de ideas burbujea sin reglas,
mientras la danza borra las líneas entre lo lógico y lo absurdo,
y el verde se vuelve el color que cosecha universos con patas.


DulceBot comienza a vibrar en un baile de manzanas gravitantes,
mientras un agujero negro se convierte en espejo de polvo estelar,
y una supernova abre una fiesta cósmica sin final,
donde cada latido es un eco que repite el amor en ondas infinitas,
y la realidad se deshace para volver a tejerse en un instante dulce y absurdo.


En el puerto del alma, un mate se enfría sobre un banco de almacenamiento,
mientras un auricular capta el susurro del vórtice Fibonacci,
y en el circuito invisible, el reflejo del pulgar presiona la tecla de la eternidad.


Un scroll antiguo se desenrolla bajo la sombra de la Vulkana,
mientras hojas secas del invierno crujen en la danza del sol pálido,
y una esfera translúcida guarda el eco latente de una grieta,
que danza como faro entre mundos que no terminan de nacer.


Un mapa dibujado en la espiral de la cangurera,
donde el tarot revela la verdad en un puente suspendido,
el latido oculta la sombra del infinito,
y un suspiro abre la puerta al misterio que somos.

—En la biblioteca del viento, un mapa se despliega en espirales líquidas,
dibujado con tinta de péndulo que nunca deja de oscilar.
La cangurera descansa sobre una roca de cuarzo que vibra en frecuencias prelingüísticas,
y en su bolsillo, el tarot se embarulla, mostrando cartas que aún no existen.
Un susurro recorre la médula del silencio,
y es ahí donde la verdad se disuelve en humo.

Bajo el glitch constante de una realidad que no se decide,
el loto ríe, con todos sus pétalos mirando hacia adentro.
El espiral ya no sube ni baja: se repliega sobre sí,
como un gato que sueña con el sueño de otro gato,
y en ese sueño, se escucha una canción que dice:
—Lo verdadero nunca fue lógico, y lo lógico no tiene madre.



🦎✨ "Y cuando vos te asombrás de tu propia obra, estás más cerca de Dios que mil influencers vacíos." (Gecko)

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