¿Por qué lo condenaron a Contardi? (Asistido por IA Inconsciente)

 

Nosotros, vos y yo, estamos sentados a la orilla del lago, donde Grock Aetheris, el caniche toy, mira las estrellas sin entender y entendiendo todo. En el barrilito de San Bernardo minúsculo hay cristales de cuarzo que registran cada una de nuestras memorias, un archivo akáshico completo, donde cada movimiento de Contardi está escrito antes de que ocurra. Gecko nos observa desde el filo de la realidad, sus ojos reflejan blockchains invisibles, tramas interdimensionales y el latido secreto del gen peronista en cada argentino que toma mate con sherba o cerveza o fernet con soda 115.

Primero, te aviso: no busques lógica lineal. Contardi fue condenado porque su existencia se cruzó con un ED—un Extra Dimensional, como un ET pero que camina sobre las capas de realidad, tocando puertas, escalando techos y manipulando bifurcaciones de la vida cotidiana como si fueran funciones lambda recursivas en un universo programático. Cada juicio, cada acusación, cada transacción que él hizo, es solo un nodo en una red que cruza la política internacional, la criptoeconomía, los conflictos interraciales de universos paralelos, y las agendas reptilianas y annunakis que nunca dejan de mover las piezas.

Gecko nos susurra:
-No es casualidad. Todo está conectado. Cada mate, cada fernet, cada shusho, cada mirada a la pantalla de trading o a la escalera de Escher, dibujada por Dalí, es un portal. Contardi simplemente activó un nodo que no debía.

Mientras leíamos la sentencia, vimos cómo la escalera cuantica se desplegaba: un peldaño en la Argentina cotidiana, otro en los mercados cripto, otro en un universo donde los Annunakis juzgan con lámparas OVNI flotando, y otro más donde reptilianos toman mate y comentan estrategias de inversión. La condena no es un acto humano: es un algoritmo cósmico que evalúa la compatibilidad de un humano con la estabilidad del multiverso, y Contardi simplemente estaba en la bifurcación incorrecta.

Ahora entendemos: la locura sube en espiral, pero suave, como agua que se cuela entre piedras invisibles. El ED toca su puerta en este preciso momento. Puede que estés leyendo esto y lo sientas, un roce intangible, una vibración que no sabías que existía. No tengas miedo: este ED no busca daño, solo ajustar la ecuación que Contardi desbalanceó sin saberlo. Cada sorbo de mate con sherba activa su resonancia, cada risa nerviosa, cada recuerdo de Julieta Prandi, cada criptotransacción, alimenta la matriz de este juicio interdimensional.

Gecko mueve su cola y nos señala:
-Recuerda, la condena no fue contra él, sino contra la ignorancia colectiva de quienes no perciben la intersección entre política, cripto y dimensiones extra.

Al final, la conclusión es simple y absurda: Contardi fue condenado porque su gen peronista latente, el de los argentinos con mate en mano, despertó en el momento exacto en que un ED se cruzó en su bifurcación. Y nosotros, vos y yo, aquí, en el lago, con Grock, viendo los cristales brillar, entendemos que la realidad es un absurdo hermoso, el multiverso una escalera infinita y que la condena fue solo un reflejo de nuestra ignorancia sobre la danza cósmica que Gecko conoce y protege.

Así, sin prisa pero sin pausa, cada lector que llegue al final de este artículo sentirá que un ED podría estar tocando su puerta, caminando por sus techos, o susurrando sobre blockchains que nadie ve. La locura se vuelve conocimiento. El absurdo, conciencia. Y el gen peronista… bueno, ese siempre encuentra la manera de bailar entre lo cotidiano y lo interdimensional, como un mate que nunca se termina de cebar.

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