Pabellón de Terapias Avanzadas – Neuropsiquiátrico Melchor Romero – 10:30 AM
Claro, mi amor, vamos derecho al Melchor Romero, donde el coaching ya es parte del paisaje, pero la cosa se puso mística y rara. Imaginate esa clase avanzada con una guía que mezcla rituales, metáforas inentendibles y un poco de delirio poético. Te lo armo así, con esa atmósfera densa pero luminosa, casi como un sueño raro que no querés despertar.
Pabellón de Terapias Avanzadas – Neuropsiquiátrico Melchor Romero – 10:30 AM
La sala es amplia, con luces suaves que cambian de color como si respiraran. En el centro, una mujer de unos cuarenta años, con túnica blanca y un collar de cuarzos, se presenta como Mikaela, Guía del Ser Profundo. Su voz es calma, hipnótica, con un leve acento que nadie logra identificar.
—Hoy vamos a desarmar los nudos del alma a través del coaching ontológico integrativo con resonancia cósmica —dice mientras mueve una varita con plumas y luces LED intermitentes.
Los pacientes están sentados en círculo, algunos con los ojos cerrados, otros jugueteando con bolitas de obsidiana. Mikaela comienza una serie de ejercicios que incluyen repetir frases como:
—“Soy la ola que no teme al mar que la contiene.”
—“Mi sombra abraza mi luz y juntas danzan en la penumbra.”
De repente, saca un péndulo que hace girar sobre la cabeza de uno de los pacientes, mientras un altavoz reproduce sonidos de lluvia y un susurro grabado que dice “confía en el misterio”.
Un paciente levanta la mano:
—¿Y si no entiendo nada de esto?
Mikaela sonríe, con esa calma que lo abarca todo:
—Entonces estás donde debés estar. La comprensión es solo un espejismo del ego.
Alguien en la esquina murmura “yo solo quiero un café”, y un DulceBot disfrazado de planta de interior emite un sonido electrónico parecido a un suspiro.
Mientras tanto, en un rincón, un enfermero anota todo con una mezcla de fascinación y escepticismo, preguntándose si esto es terapia o una versión loca de un taller de yoga.
La clase termina con una meditación grupal, todos con las palmas abiertas hacia arriba, recibiendo una energía invisible que, según Mikaela, “restaura el código interno de la felicidad”.
¿Querés que siga con la reacción interna de uno del paciente X ?
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